miércoles, 19 de enero de 2011

EL SINDROME DE CHÉJOV


16 abril 2007

Trescientos días de sol - Ismael Grasa.


Cuando se acaba la lectura de Trescientos días de sol, de Ismael Grasa (Xórdica Editorial, 2007), es inevitable pensar que su autor ha escrito exactamente el libro que pretendía escribir. Es un libro con doce relatos, equilibrado, simétrico, con un sentido de la unidad de estilo muy acusado. Así, Grasa ha optado por un estilo claramente deudor de la narrativa corta norteamericana de los ochenta, el famoso realismo sucio -aunque siempre resulta incómodo utilizar esa etiqueta ya superada, la menciono por diferenciar ese estilo identificable de las tendencias actuales, más diversas, y que transitan otros caminos-. La frase que Grasa utiliza es directa, breve, concisa, irónica, y sus personajes cuentan con humor, a veces negro, historias que siempre están contempladas desde una óptica muy cercana. De los doce relatos ocho están narrados en primera persona y los cuatro restantes en una tercera-primera. Cierta sequedad narrativa, y la intencionada falta de florituras de cualquier tipo, así como la circunstancia de que todos los relatos están contados desde el mismo lugar, con una mirada parecida y un objetivismo sólo aparente, pueden hacer caer a veces en cierta monotonía que su autor salva de manera brillante. Las voces de sus personajes son muy parecidas, pero bajo esa fachada, con un narrador que cuenta lo que ve y describe conductas y comportamientos con agresividad y humor, con cinismo a veces, está el escritor, disponiendo la información para que los relatos sean lo más eficaces posibles. Así, Grasa suele utilizar un juego interno de contrastes dentro de los relatos, que proveen a estos de picos argumentales, una especie de dientes de sierra con los que a una escena humorística sigue una violenta o negra, y a un personaje cotidiano y vulgar sigue la aparición repentina de uno amenazador. Así recrea una tensión que hace desenvolverse a las historias con facilidad y generando intriga en el lector. No hay, aparentemente, psicología en sus relatos, no al menos narrada de la forma convencional, pero tampoco hay un simple conductismo aburrido. Los personajes lanzan mensajes cuestionándose sus comportamientos y los de los demás, y ese tapiz de historias quiere componer una especie de relato generacional, otro de los temas fundamentales de la historia: las relaciones entre dos generaciones distantes, que no se entienden y que no pueden entenderse porque han vivido en dos Españas totalmente distintas. La actual se muestra desorientada, cobarde a la hora de madurar, indecisa y sin atreverse a tomar las riendas de su vida. Ejemplar en ello es Servilletas en la piscina, una delicia de humor negro, pero ese tema está muy presente en La casa de Benedé o La herencia.

Hay también hermanos menores que miran de reojo el comportamiento ya establecido y previsible de los mayores -Mecedoras-, personajes afligidos pero en constante cambio -Pájaros-, un fantástico relato perteneciente al género, tan norteamericano, de cazadores en la nieve -Un sarrio-, aunque donde Grasa da una medida de su gran talento y mirada narrativa es en dos relatos como Tablón de anuncios -el caso clínico de un solitario- y, sobre todo, en el magnífico Algo provisional, donde Grasa se hunde con naturalidad en un tema tan complicado como la pederastia, resolviéndolo con brillantez merced a la maldad oculta que se intuye tras sus personajes golpeados y cínicos, y sobre todo a no haber caído en una fácil complacencia.

Otras constantes de estas historias son cómo los lenguajes vitales de unos personajes nunca dejan huella en la mente de los otros: "Hablamos el profesor y yo de cosas y después sacó un cuaderno en el que escribía poemas en prosa. Leyó uno sobre una isla en la que se supone que él vivía espiritualmente, algo sobre la soledad" (pág. 40); la facilidad del autor para la descripción aguda: "Los zapatos de tacón de mi madre evitaban en la calzada las heces del ganado" (46); la presencia de guiños cinematográficos bien integrados en la narración: "Nuria entró en el dormitorio y tiró al aire los billetes del sobre para que cayesen sobre ellos. No eran muchos, fue un efecto de lluvia de dinero algo deslucido. Entraba aire por la ventana, los billetes podían salir volando. Jonás y Nuria se arrodillaron entonces para recogerlos." (103); ironías felices sobre la mediocridad de los trabajos del asalariado medio: "Lo cierto es que ser representante de bebidas puede ser un primer paso para acceder a la política, igual que hizo Fox en México con la Coca-cola. Muchas veces cuento este caso." (78) Respecto a este último elemento, Grasa se preocupa -demuestra por ello, además de talento, una profesionalidad encomiable al apreciarse que quiere escribir buenos relatos, y darles vida interior, lo que podrá en su caso hacerlos memorables- porque todos los personajes de sus relatos tengan ocupaciones y trabajos determinados. Alejándose de esa costumbre tan española de situar a los personajes literarios en un lugar equidistante entre la Luna y el punto de entrada en la atmósfera terrestre, Grasa quiere que sepamos quiénes son exactamente esos tipos sobre los que va a hablar, con los que va a jugar, a los que va a reflejar.

Bajo su apariencia de retrato generacional, una especie de recorrido por el proletariado español actual de treinta y tantos, con demasiados jóvenes de profesión inmaduros, deudor de una estética demasiado concreta y desde una sincera falta de retórica, Grasa llega mucho más allá en su aventura y logra seducir al lector con historias bien armadas, y apoyándose en un estilo uniforme y honesto nos muestra las debilidades y contradicciones de personajes que en manos sin talento habrían devenido en caricaturas -ejemplos hay al respecto en que ha ocurrido esto cuando se toma la estética del relato corto norteamericano como modelo- y que en las suyas terminan adquiriendo vida, contagiando emoción, convirtiendo este libro de relatos en una lectura, más que recomendable, aconsejable para el aficionado al libro de relatos.


BIOGRAFIA

Ismael Grasa (Huesca, Provincia de Huesca, 1968). Escritor. Estudió Filosofía en Pamplona y en Madrid. Vive en Zaragoza. Ha publicado los libros De Madrid al cielo (Premio Tigre Juan), Días en China, Sicilia, Nueva California y Trescientos días de sol. Fue profesor de español en China. Aparece como actor invitado en las películas de David Trueba: Obra maestra, protagonizada por Ariadna Gil, Santiago Segura y Pablo Carbonell, donde interpreta a un guardia de seguridad, y Bienvenido a casa, protagonizada por Pilar López de Ayala, Alejo Sauras y Jorge Sanz, donde interpreta a un padre en las sesiones de preparación al parto de su mujer. Actualmente es profesor en el colegio Liceo Europa de Zaragoza. El 31 de octubre de 2007 se le concedió el premio Ojo crítico de Narrativa por su obra 'Trescientos días de sol'.

[editar] Obra

  • De Madrid al cielo (novela) (Anagrama, 1994), Premio Tigre Juan
  • La esforzada disciplina del aristócrata (Ayuntamiento de Toledo, 1995)
  • Días en China (novela) (Anagrama, 1996)
  • Fuera de casa (Plaza & Janés, 1999)
  • Nueva California (relatos y poemas) (Xordica, 2003)
  • Sicilia (viajes) (El Cobre, 2000)
  • La Tercera Guerra Mundial (novela) (Anagrama, 2002)
  • Trescientos días de sol (relatos) (Xordica, 2007)
  • Brindis (novela) (Xordica, 2008)

[editar] Enlaces externos

  • Página web personal: [1]

[editar] Premios

Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Ismael_Grasa

ENTREVISTA A GRASA

Hola a tod@s, os dejo una entrevista de Ismael Grasa, espero que os ayude a entender más sus relatos.

27 mayo 2007

Entrevista a Ismael Grasa

(Entrevista realizada mano a mano con Guillermo Pemán)

BUENA PARTE DEL DEBATE LITERARIO NACE DE LOS BLOGS

INICIOS

Empecemos por el principio, ¿qué le llevó a escribir?
Pasan los años y uno no tiene una respuesta para eso. Supongo que leer, y el deseo de hacer algo parecido. Es verdad que uno empieza a escribir porque conoce a escritores. Empezar a escribir no es fácil, y yo compartí pisos con amigos escritores que me animaron a escribir.
La literatura tiene algo de contagioso. Lleva fama de ser solitaria, y es necesaria cierta dosis de soledad, pero la realidad es que tiene bastante que ver con el hecho de relacionarse con otras personas que leen y escriben.
Como muchos, yo empecé con concursos. Después mandé una novela a una editorial, salió publicada y ya no volví a presentarme a ningún concurso.
Y de pronto uno es escritor. Duermes y a la mañana siguiente eres escritor, hagas lo que hagas.
¿Qué personas le influyeron en esos comienzos?
No son personas especialmente importantes. Algunas trabajan como guionistas, pero no son muy conocidas.
Su primera novela salió en Anagrama...
Sí. Muchas veces, cuando imparto talleres literarios, los aspirantes a escritor piensan que existe un secreto para publicar, o que debes conocer a alguien. En mi caso, lo único que hice fue enviar la novela a la editorial en la que quería publicar.
Quizá también era un momento, hablo de comienzos de los noventa, en que el mercado español estaba abierto a jóvenes novelistas. Pero en todo caso, en este momento hay una red suficiente de editoriales para que un buen manuscrito, si realmente es bueno, encuentre cauce. Un texto interesante siempre encuentra su lugar en el mercado.
¿Son recomendables los talleres literarios en la forja de un escritor?
Al principio era un poco reacio a los talleres. Pensaba que la escritura no puede aprenderse en un aula. Sin embargo, conforme pasa el tiempo cada vez me parecen más útiles.
El hecho de escribir algo y leerlo en voz alta delante de los demás da conciencia de lo que realmente es el texto literario. Se quiera o no, una vez escrito pasa al dominio público y deja de pertenecerle al autor.
Cuando otros leen tu trabajo en voz alta, surgen momentos muy iluminadores para la gente que escribe.

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DÍAS EN CHINA

Usted estudió Filosofía y Letras. ¿Existe algún movimiento o autor filosófico que le atraiga especialmente?
Me gusta leer ensayos, si bien es verdad que no me atrae la filosofía en un plano académico. Durante una época sentí cierto rechazo hacia el texto filosófico. Me parecía que estaba lleno de una jerga oscura: oscura no porque el texto dijese cosas profundas, sino porque el texto era sencillamente oscuro. En ese sentido, un filósofo era un escritor malo. Todas las cosas se pueden decir con un lenguaje asequible. No hay ideas tan profundas que uno necesite leerlas tres veces para entenderlas: eso significa que están mal expresadas.
A mí me interesa el pensamiento cercano al periodismo, al lector. Una democracia se caracteriza por el debate público y en ese sentido están los artículos de fondo de los periódicos, los libros de ensayo; pero no como una disciplina pactada de la realidad, sino como un modo de debatir ideas.
En su novela Días en China menciona a Ortega y Gasset, al que califica de "divulgador"...
Hoy me siento más próximo a Josep Pla o Julio Camba, por hablar de contemporáneos. Pero hay que reconocer que Ortega es el único pensador que estaba en el debate intelectual europeo. Desde Gracián no hemos tenido un autor que se estudie en las universidades alemanas. Pero no es autor que me guste especialmente.
¿Cómo acabó dando español en China?
Igual que comencé a escribir. Compartí piso con extranjeros a los que enseñaba español. Una de esas personas era un chino que vivía de las clases de taichi. Yo había acabado la carrera, trabajaba de camarero... Iba un poco a la deriva, como muchos escritores en sus inicios. Y esta persona me ofreció dar clases en China. Así de azaroso y casi absurdo.
¿Cuánto hay de verdad en Días en China?
Es una novela. Una novela a partir de experiencias vividas. Podría haber hecho un diario, unas crónicas de mi viaje. Pero lo tengo claro: es ficción. Creo que no hay confusión.
Me sirve muy bien para expresar las cosas más despiadadas; mejor que el relato directo, porque en él interviene la prudencia y hay cosas que no se dicen.
Usted intervino en la película Obra maestra, ¿ha pensado escribir un guión cinematográfico?
Hice un master en la Universidad Autónoma de guión cinematográfico cuando no existía la escuela de cine. Pero no me sentí cómodo. Sentía envidia del escritor que no tiene que rendir cuentas a nadie.


BLOGS

Acaba de introducirse en el mundo de los blogs, ¿cómo le está yendo?

Dedico parte del día a leer blogs. Buena parte del debate literario, de las fuentes de ideas de discusión nacen de los blogs. Cada día me interesan más.
En principio como lector, pues no pensaba crear un blog. Ahora me han abierto una página de promoción del libro de relatos. Y lo hago un poco como agradecimiento. Nunca había guardado nada de lo que publicado sobre mí, quizá por falsa modestia, hasta que me dieron esta página donde sí que aprovecho a colgar mis artículos y reseñas.
También tiene una página personal...
Sí. No se puede llamar blog, porque un blog es algo más vivo. En ella cuelgo los artículos que escribo en la edición oscense del Heraldo.
Esta página la abrí para mis amigos. Suelo mandarles mis textos por correo electrónico, pero siempre te olvidas de alguno; y así todos pueden leerlos. En principio era un blog "secreto", pero algunos amigos lo han enlazado y eso te crea presión; porque ahora te lee más gente y debes esforzarte más.
Pero yo no lo llamaría blog. No tengo intención de ampliar sus contenidos, Además, los blogs pueden ser algo vampíricos. Empiezas a meter cosas y a estar más pendiente de los comentarios...
¿Lee usted blogs?
La idea de los blogs me parece el colmo de la democracia y la sociedad civil. Leo muchos blogs y tengo varias "rutas": una me lleva media hora, otra dos... Paso más tiempo leyendo blogs que revistas, por ejemplo.
Suelo usar de puerta el de Mariano Gistaín; desde allí leo periódicos digitales, el blog de Arcadi Espada, etc. Luego voy al de Antón Castro, que tiene muchos enlaces y ya miro los blogs de amigos.



TRESCIENTOS DÍAS DE SOL

Las críticas de su libro Trescientos días de sol han sido muy buenas, ¿qué tal van las ventas?
Es pronto para saberlo. Pero por la repercusión que ha tenido, creo no va mal.
Escribió parte del libro en la Ledig House International Writers Residency...
Es una fundación de Nueva York que ofrece becas en una residencia para escritores. Estuve allí cuatro semanas, y resultó una buena experiencia. De hecho, el primer libro del relato está situado en esa zona, cerca del río Hudson.
El resto de los relatos fueron escritos en diferentes momentos, alguno salió publicado en revistas...Todos tiene un punto en común, al principio no previsto: la posibilidad del delito. Sus personajes están dentro de la ley pero podrían no estarlo. Es decir, ¿estamos en la línea del bien por inercia o cuál es la razón? Luego me he dado cuenta de que en el libro hay más bodas que delitos, así que igual pertenece al género rosa...
De hecho, usted dijo en una presentación que puede tener varias lecturas: gótica, rosa y social. ¿Cuál es la que más se acerca a su idea original?
Mariano Gistain decía que de lo que trata en realidad es de la eventualidad de los contratos laborales y de la vida contemporánea, aspecto que yo no había pensado. En realidad, ese carácter de denuncia social del libro es, quizá, lo que más sobresale. Es innegable que la obra habla de una sociedad en que vivimos en la que todo es provisional, no hay nada para toda la vida.
Esto puede crear cierta angustia y la sensación de ir a la deriva, como los personajes que deambulan por mis relatos: seres que no pierden nunca la esperanza y que están a la espera de que algo suceda, aun a sabiendas de que no va a suceder. Esperan un momento de iluminación que no llega nunca. Pese a los infortunios, en ningún momento se comportan como resentidos.
Se escuchan muchos ecos de John Cheever, Raymond Carver y del realismo sucio...
Sí, y también de Saul Bellow. Mis referentes son esos. No me gusta mucho la expresión "realismo sucio", pero sí que mis relatos parten de lo cotidiano, que es el ámbito donde más cómodo me siento.
Siempre he tendido más a la observación que a la fantasía. Las cosas que escribo están fijadas a lugares muy identificables. En De Madrid al cielo se pueden seguir en un callejero todas las acciones que transcurren. Siempre pienso en escenarios muy concretos, pues es donde más me defiendo y me inspiro.
¿De dónde sacó la anécdota del afilador de cuchillos que atraca a sus víctimas con las armas que éstos le ofrecen?
Es un hecho real. Me visitó un chaval que afilaba cuchillos. Yo no sé si por el adormecimiento (el timbre me había despertado de la siesta), o porque realmente tenía un cuchillo que afilar, se lo di, y me pasó lo que describo en el libro. Cuando me lo devolvió, me pidió una cantidad desorbitada de dinero a cambio. Era un atraco en toda regla. Pero si yo le hubiese querido denunciar, él podría haber alegado que me estaba devolviendo el cuchillo. Al final pude llegar a un acuerdo amistoso por menos dinero.
¿Tiene alergia a cualquier tipo de estilismo recargado?
Me interesa ser cada vez más llano. Cuando uno empieza a escribir suele tener al lado un diccionario para buscar alguna palabra de lucimiento. Eso, en realidad, es inseguridad. Para mí, cuanto más limpia sea la página, mejor. Me interesa contar la vida, los sentimientos, y si soy capaz de hacerlo con un lenguaje llano, pues mejor que con un lenguaje complejo. Recargar mucho la prosa puede impedir ir a lo esencial.
Samuel Beckett se pasó al francés para limpiarse del barroquismo de James Joyce y decía: "Escribo en francés porque es una lengua que no domino del todo y así me empobrezco". No hay prosa deluxe, sino prosa de verdad o de mentira.
Ha probado suerte en distintos géneros literarios: novela, libros de viajes, poesía y relatos, ¿en cuál de ellos se siente más cómodo?
El género de relatos cortos me atrae especialmente. No tengo la sensación de que añadiendo cien páginas a alguno de estos relatos vaya a darle más calidad. A veces, cuando leo a Natalia Ginzburg y Chéjov, pienso que no se puede hacer mejor, y eso me motiva.
¿Sigue un método de escritura?
Para escribir, lo único que tengo que hacer es dejar de hacer otras cosas. Si es algo para un periódico o algún libro por encargo, el mejor método es que te paguen y te pongan un plazo; si es una obra que la haces porque realmente te apetece y nadie te presiona, pues tanto mejor. El tiempo para escribir es algo que uno roba de otras actividades. Hay mucha gente que tiene un libro en la cabeza y se muere sin haberlo escrito nunca. También es verdad que, a veces, uno se sienta a escribir y eso no le lleva a ninguna parte, me pasa con muchos libros, empiezo cosas y luego no las termino.
¿Qué opina de la actualidad literaria española?
En este momento es imposible estar al día de todo, tenemos muchas corrientes y mucha variedad- Quizá hubo un tiempo en España en el que uno podía estar al día, aunque creo que es más positiva esta dispersión. La verdad es que solamente con leer a los amigos se me pasa la vida.
Así que se mueve mejor en el círculo de escritores aragoneses: Félix Romeo, Daniel Gascón, Miguel Mena...
Son personas con las que tengo amistad. El panorama aragonés está en un buen momento, sobre todo la poesía. El poeta David Mayor me contaba hace poco que, en los autores jóvenes, existía más tensión entre los poetas que en los narradores.
En el futuro habrá historias nuevas porque contaremos con una sociedad más cosmopolita. Los institutos, en la actualidad, tienen alumnos procedentes de distintos países y la futura generación de escritores se nutrirá, indudablemente, de ellos.
¿Se puede vivir de la literatura?
Ese es otro tema. Para que uno saque provecho tienen que darse varios factores: buena promoción, una editorial competente, que uno sea bueno... Normalmente los escritores suelen vivir de cosas de la periferia de la literatura, como artículos, suplementos literarios, etc.
Ha pasado de una editorial de las grandes, Anagrama, a otra que se mueve en ámbitos más regionales, como es Xordica. ¿A que se debió el cambio?
Las editoriales grandes normalmente quieren novelas, de ahí que Trescientos días de sol haya salido en Xordica. Es una editorial competente, sus libros están bien editados y en el catálogo hay personas con las que tengo gran amistad, al igual que con su director.
El libro tendrá la vida que tenga que tener, no creo que sacarla en una editorial con mayor distribución mejore un libro. Sigo teniendo muy buena relación con Anagrama.
¿Próximos proyectos?
Siempre hay algo. Aunque la verdad, no tengo nada comprometido ni acabado por el momento. Me gusta que cada libro que hago sea algo que yo no haya leído antes, distinto a los anteriores, y creo que las cosas en las que estoy embarcado ahora son bastante diferentes.

martes, 18 de enero de 2011

EL DÍA 21 DE ENERO LA BIBLIOTECA PERMANECERA CERRADA, POR CURSO DE LA BIBLIOTECARÍA .
DISCULPEN LAS MOLESTIAS